sábado, 14 de diciembre de 2013

Mi "Prometida"


Ronald era espiado por sus compañeros de clase desde la puerta del aula mientras él hablaba con una chica en uno de los pasillos alejado de todos los demás. La joven que estaba con él se había sonrojado mucho mostrando una leve cara de angustia al oír las palabras de Ronald, luego se marchó casi corriendo.

- ¿Qué pasó? ¿La rechazaste? – preguntó Roxte, sabiendo que la joven había llamado a su amigo para declarársele.

- Claro que lo hice, ya sabes que tengo una prometida – dijo Ronald, quitándose un mechón de cabello rubio de los ojos.

- Otra vez con eso de la prometida – dijo Saine en tono burlón.

- Por supuesto, ella es la persona con la que me casaré un día – el tono de voz de Ronald era casi ensoñado.

Con apenas 17 años ya tenía trazado un proyecto a futuro. Terminaría la escuela, luego la universidad y después se casaría con su prometida.

Del interior de su billetera Ronald sacó una fotografía de lo que parecía ser una niña de no más de 6 años. Un rostro angelical enmarcado por un cabello negro azabache que le llegaba hasta los hombros, sonreía a la cámara y miraba con gentileza con aquellos ojos tan especiales, uno verde y el otro azul.

- Es linda ¿verdad? – Ronald sonrió a sus amigos enseñándoles la fotografía.

- Confieso que es una niña linda, pero no sabes en realidad como está ahora, nunca la has visto realmente – dijo Roxte suspirando. El conocía parte de la historia.

- ¿¡Que nunca la has visto!? – pregunto Saine sorprendido.

- Así es, mi mamá me dio esta fotografía cuando yo tenía 7 años y me dijo que ella se convertiría en mi prometida. Es hija de su mejor amiga de la preparatoria y prometieron que sus hijos algún día se casarían – Ronald contaba la historia recordando lo que había pasado hacía diez años. En cuanto vio la fotografía decidió que crecería como un buen niño solo para que su prometida estuviese orgullosa de él y guardó la imagen como un tesoro.

- ¿Y si es así por que no se han conocido aún?

- Porque mamá me dijo que nos conoceríamos cuando tuviéramos 17 años.

- Pero tú ya tienes 17 años Ronald – dijo Roxte.

- Pero Alex solo tiene 16, es un año menor que yo – Ronald suspiró – Aun debo esperar un año para conocerla.

- ¿Se llama Alexandra? – preguntó Saine

- Así es, pero siempre la he llamado Alex – Ronald sonrió fantasioso.

- ¿Qué pasa si ahora es fea o tiene mal carácter?

- Claro que no, ella seguramente es muy hermosa y seguro tiene un carácter adorable, es gentil y tierna – Ronald estaba inmerso en su propia fantasía.

Esa tarde al llegar a casa su madre lo esperaba con una noticia que lo puso visiblemente nervioso.

- Desde mañana se quedará con nosotros durante el resto del año Alex Di Rousseau.

- ¡¡¡Qué!!!? – Ronald miró a su madre con asombro – pero creí que nos conoceríamos el próximo año.

Hannah, su madre, lo miró curiosa.

- Pues… Monserrat y su esposo se irán de viaje al extranjero durante unos meses por el trabajo y Alex aun tiene escuela, así que me pidieron si podía quedarse aquí por un tiempo y a mí me pareció buena idea… ¿Qué no quieres visitas en casa?

- No, no es eso, solo me sorprendí, es todo… - Ronald se había puesto nervioso, pero al mismo tiempo emocionado, al fin la conocería.

Ronald, su madre, Hannah, y su hermana menor, Jill, vivían en una casa de clase media con 3 habitaciones por lo que era evidente que su hermana tendría que compartir habitación con Alex, al menos eso es lo que el rubio estaba pensando.

El padre de Ronald había muerto hacía alrededor de ocho años, dos años después del nacimiento de Jill, y ellos se habían transformado en una familia cariñosa y muy unida tratando de superar todos los obstáculos juntos. Hannah los hacía sentir una familia completa a pesar de la ausencia del padre y Ronald siempre había agradecido eso, por lo mismo jamás había cuestionado sus decisiones a pesar de lo absurdas que le parecían algunas, porque además de estar siempre alegre su madre tenía un sentido del humor bastante especial.

Al día siguiente Ronald llegó de la escuela más rápido de lo que acostumbraba regularmente.

- Que bueno que llegas pronto Ronald, recuerda que debes hacerle un espacio en tu armario a Alex.

Ronald se quedó de piedra al oír eso.

- ¿En mi armario? ¿Quieres decir que compartirá habitación conmigo?

- Por supuesto, no esperaras que duerma en la misma habitación de Jill ¿verdad?

- La verdad es que si lo esperaba en realidad – dijo Ronald sonrojándose hasta la raíz del cabello. Era cierto que ella era su prometida y que su madre era hasta cierto punto liberal, pero no esperaba que los dejara compartir la misma habitación tan pronto.

- Monserrat iba a enviar la cama de Alex esta mañana, pero hubo un problema con los de la mudanza así que deberán compartir cama hasta que esta llegue.

- ¿¡¡¡Compartir la misma cama!!!? – a Ronald casi le da algo cuando escuchó esas palabras de boca de su madre.

- Se que eres tímido y quisquilloso con los extraños, pero no deberías exagerar tanto – dijo Hannah algo intrigada por el extraño comportamiento de su hijo desde el día anterior – Dudo que Alex vaya a abusar de ti – ella rió ante su propia broma.

- No es mi castidad lo que me preocupa, sino la de ella – susurró Ronald.

Hannah alcanzó a escuchar las palabras de su hijo, e iba a preguntar a que “ella” se refería cuando el timbre de la puerta sonó.

- Debe ser Alex, ve a abrir Ronald – pidió su madre.

Ronald algo nervioso fue a abrir la puerta, no había alcanzado a cambiarse de ropa o peinarse un poco al menos, y de verdad quería causar buena impresión. Respiró profundo y abrió la puerta, encontrándose allí con uno de los rostros más bellos que había visto alguna vez, se quedó algo embobado y se sonrojó de nuevo.

- ¿La familia Knox? – una voz aterciopelada y profunda, evidentemente masculina había hecho la pregunta. Entonces Ronald lo notó, era un chico, un chico muy lindo, pero un chico al fin y al cabo, vestía como uno, era plano como un chico y era más alto que el mismo Ronald. Definitivamente no era su prometida Alex.

- Ronald ¿es Alex? – preguntó Hannah desde la sala.

- No mamá, es solo un…

- Sí, soy Alex, Alexander Di Rousseau – dijo el chico frente a él.

Ronald se quedó de piedra al oír esas palabras, pero no podía ser una broma, allí estaba Alexander con un ojo azul y el otro verde, ahora que lo miraba con detenimiento se había dado cuenta. Su rostro sin duda era como el de una niña pero su cuerpo claramente no lo era, al igual que su voz.

- ¡¡Alex!! – dijo Hannah acercándose a ellos, en tono alegre – ¡¡¡cómo has crecido por Dios, hace diez años que no te veía!! ¡¡¡Estás enorme!!! Eres igual a tu madre.

Todo ocurrió muy rápido, Alex entrando a la casa de Ronald, las presentaciones, las preguntas de Hannah las respuestas de Alex en tono amable y educado y el rubio completamente shockeado ¡su prometida era un hombre!

- ¿Mamá tu sabias que Alex era un chico? – preguntó Ronald durante una pausa en la conversación que compartían con un té.

- Por supuesto ¿a que no es un chico apuesto?- Hannah sonrió mirando a Alex.

- ¿¡Entonces por qué me dijiste que era una chica!? – dijo Ronald de mal humor.

- ¿Cuándo te dije eso? – la madre de Ronald trataba de recordar en qué momento le había dicho eso a su hijo.

- ¿Cómo que cuando? ¡¡¡Cuando me dijiste que sería mi prometida y que me casaría con ella!!! – Ronald no estaba midiendo sus palabras, estaba de verdad molesto por todo, el había estado esperando este momento con tanta emoción y de la nada le habían arrebatado a la chica de la cual había estado enamorado por diez años.

Alex escuchaba con una ceja levantada las palabras de Ronald.

Hannah miró a su hijo con asombro y luego recordó.

- Tenias 7 años Ronald, no puedo creer que te lo hayas tomado en serio – dijo Hannah algo avergonzada, luego miró a Alex y continuó – Cuando tu madre y yo íbamos a la preparatoria prometimos que algún día nuestros hijos se casarían el uno con el otro, pues bien, yo me casé y quede embarazada casi enseguida y tuve a Ronald, luego un año después tu madre iba a dar a luz a un hijo también, y creímos que sería una niña, así que estábamos emocionadas e hicimos todo tipo de planes… bueno estábamos entusiasmadas – Hannah se rascó la mejilla – Luego naciste tu y fue evidente que no podríamos hacer que nuestros primogénitos se casaran – ella rió un poco – pero siempre estuvimos bromeando al respecto.

- ¿A qué te refieres con bromeando al respecto? – preguntó Ronald aun de mal humor.

- En una visita que le hice hace algunos años, diez para ser exactos nos acordamos de eso de nuevo y lo estuvimos conversando, luego regresé a casa trayendo una fotografía tuya y se la entregué a Ronald diciéndole que eras su prometida Alex y que al cumplir ambos 17 se conocerían y se casarían una vez fueran más grandes, pero la verdad es que no creí que él se lo tomara tan en serio o lo recordara aun hoy. – Hannah suspiró al terminar su relato.

Ronald la miraba estupefacto, Alexander miraba a ambos, al comienzo algo molesto ya que se sintió ofendido al ser confundido por una chica en la fotografía, pero luego miraba la situación algo divertido por la obvia actitud molesta de Ronald. Molesta y avergonzada.

- ¡Deberías conocer los limites de hasta donde puedes bromear! – Ronald estaba furioso, pero cuando notó que Alexander lo miraba se sonrojó y agachó la mirada avergonzado por todo el alboroto que había hecho, pensando que seguramente ahora el chico frente a si creía que él era un tonto.

Luego de la cena Alex subió con Ronald a la habitación de este último que, desde ese día y hasta que terminara el año escolar, ambos compartirían.

- Siento mucho la escena que hice hace un rato – dijo Ronald sentándose en la cama y mirando a Alex algo avergonzado.

- No te preocupes, está bien, lo entiendo, fue solo un mal entendido – Alex acomodaba su ropa en el espacio que le había hecho Ronald, mientras hablaba.

Ronald suspiró, Alex lo miró extrañado.

- Quizás tu no puedas entender como me siento – continuó hablando Ronald, sin mirar a la cara a su compañero de habitación, solo mirando sus pies – Desde que vi tu fotografía y escuché las palabras que me había dicho mamá solo pude pensar en esforzarme para ser a futuro un buen hombre capaz de cuidarte y hacerte feliz, por eso trate de sacar buenas notas y ser una persona responsable. El rostro en la fotografía era tan lindo y dulce que me imaginé que solo podía pertenecer a alguien agradable y de buenos sentimientos, por eso quería ser la mejor persona.

Al escuchar las palabras de Ronald, Alex pasaba desde el sentimiento de lástima por ese chico al sentimiento de molestia según las palabras que iba escuchando. Siempre le estaban diciendo que tenía rostro de niña y eso jamás le había gustado, aun así no podía evitar sentir algo de aprecio por esas palabras.

- Alex fue mi primer amor y resulta que nunca existió – terminó diciendo Ronald.

Luego del baño, Alexander llegó a la habitación de Ronald con el pijama puesto, o más bien medio pijama, ya que solo se había puesto el pantalón de este.

- Espero no te moleste que duerma así – dijo Alex metiéndose a la misma cama que Ronald.

- ¿Vas a dormir conmigo? – preguntó Ronald sorprendido por ese hecho, pero aun mas sorprendido por los músculos marcados en el abdomen de Alex, sin duda por algún deporte que practicaba.

- No veo otra cama en la habitación, además… - Alex lo miró con algo de burla – soy tu prometida ¿o no?

El corazón de Ronald comenzó a latir más rápido al oír esas palabras, luego se regañó a sí mismo por ponerse así, después de todo Alex era un chico y a él no le gustaban los chicos.

Al despertar, Ronald vio un rostro dormido bastante lindo junto a él. Es más, se dio cuenta que lo estaba abrazando. Poco a poco se apartó de Alex y retiró su brazo de encima de él antes de que se despertara, probablemente no le iba a gustar nada a su compañero de habitación el notar que lo estaban abrazando mientras dormía.

El rubio se quedó un momento observando al chico. Ahora que estaba dormido podía notar con claridad sus facciones, sus largas pestañas, sus labios ligeramente entreabiertos de color rosa, su rostro estaba relajado, ya no era serio ni burlón, por lo que no podía evitar notar el encanto.

- Sin duda es lindo – murmuró Ronald sonriendo, luego se asustó de sus propias palabras y se levantó de la cama para tomar una ducha e irse a la escuela.

Los días fueron pasando, finalmente llegó la cama de Alex a casa y ellos continuaron durmiendo en la misma habitación pero en camas separadas. Alexander era muy servicial, ayudaba en las labores de la casa, ayudaba en las tareas a Jill, y era amable con todos, solo parecía alterarse o molestarse cuando alguien hacia comentarios acerca de su rostro de niña, pero en casa no ocurría eso muy a menudo.

Una tarde al terminar las clases, Ronald caminaba con Saine y Roxte hacia la salida de la escuela.

- Ronald tu mamá me contó que Alex estaba viviendo en tu casa – dijo Saine.

- ¿Que qué? ¿Cómo es que mi mama te contó eso? – dijo Ronald algo preocupado, aun no le contaba a sus amigos el chasco que había pasado con Alex.

- Me la encontré en la tienda y estuvimos conversando.

- Que mal amigo Ronald, no nos habías dicho que habías conocido a tu prometida – dijo Roxte en tono burlón - ¿es muy fea?

- No se trata de eso – dijo Ronald cabizbajo.

- ¿Tiene mal carácter? – preguntó Saine.

- No, es agradable, inteligente, ayuda en casa y se lleva bien con todos… el problema es otro…

Ronald no terminó de hablar porque vio a la entrada de la escuela a Alex que lo estaba esperando, llevaba el uniforme de su escuela. El chico le sonrió al verlo, lo que le produjo a Ronald casi un ataque al corazón, hasta el momento no había visto sonreír a Alex y en realidad fue una grata impresión.

- ¿Quién es ese chico que te sonrió? – preguntó Roxte. Estaban a unos 3 metros de Alex.

- El es Alex, Alexander… todo el tema de la prometido fue una confusión – dijo apenado el rubio.

- ¿Me vas a decir que tu prometida es un chico? – preguntó Saine sorprendido.

- Ya te dije fue un error…

Roxte comenzó a reírse sin control, diciendo:

- ¡¡No lo puedo creer, es un chico y tu guardabas su fotografía como un tesoro, casi la idolatrabas y es un chico!! Jajajaja

- ¡¡Ya cállate!! – dijo Ronald dándole un codazo a Roxte y otro a Saine quien también se reía de forma exagerada. Habían llegado junto a Alex que los miraba empezando a molestarse.

- Pero una cosa es cierta, él es lindo – agregó Roxte tratando de contener la risa, al igual que Saine.

El rostro de Alex estaba ahora serio, no sabía de que hablaban los chicos que estaban con Ronald, pero tenía la impresión de que era de él y eso no le gustaba.

Finalmente Alex y Ronald se marcharon.

- ¿Por qué estás aquí? – preguntó Ronald. Ambos caminaban a casa del rubio.

- Tu madre me dijo en la mañana que pasara por ti a esta hora para que juntos hiciéramos las compras de la cena, porque ella no podría, está muy ocupada y llegará tarde a casa, además hay que recoger a Jill y yo no sé donde es.

- Entiendo. Eso quiere decir que también debemos hacer la cena ¿cierto?

- Así es. – Alexander iba serio caminando junto a él, mirando al frente.

- Respecto a lo que sucedió hacer un rato, me quiero disculpar. Mis amigos sabían de Alex, quiero decir de lo que yo creía que pasaría y me estaban preguntando acerca de eso.

- Les dijiste que yo era Alex y por eso se reían ¿verdad? – Alex lo miró serio, Ronald asintió apenado, a lo cual Alexander sonrió con algo de ternura, provocando de nuevo esa sensación en el pecho y el estómago de Ronald. – supongo que se reían de ti y no de mi – continuó Alex.

Al rubio ese último comentario no le pareció tan lindo.

- Se burlarán de ti un poco y luego se les pasará. Son tus amigos después de todo, deberás aguantarlo. Pero sabes… debes reconocer que es gracioso.

- Sí, soy un idiota, lo sé – Ronald suspiró – Un gran idiota, además los matrimonios arreglados ya no se usan. Es que cuando vi esa foto pensé que nunca había visto una niña tan bonita en mi vida y me ilusioné hasta…

- Soy un chico – interrumpió Alex.

- Lo sé, lo sé, pero en esa foto…

- Esta bien, reconozco que cuando era niño tenía cara de niña, pero debes aceptar la realidad.

Ronald evitó comentar que aun tenía cara de niña, pero su rostro lo delató.

- ¿Tienes algo que agregar? – preguntó Alex levantando una ceja.

- Ah, que… - el rubio agachó la cabeza – siento como si la chica de la cual estuve enamorado toda mi vida se hubiese ido con otro – lo miró de nuevo.

- ¿Como si se hubiera ido conmigo? – el tono de voz era de Alex estaba teñido con algo de burla, pero su mirada era compasiva.

- Si, algo como eso.

- ¿Quieres decir que ahora soy tu rival?

- Mmmh…

Alexander le revolvió el cabello.

- No seas condescendiente conmigo, soy mayor que tu – dijo Ronald algo mosqueado y también confuso porque ese contacto lo había hecho sentir una extraña sacudida en el estomago de nuevo.

- Pero soy más alto – dijo Alexander riendo.

Hicieron las compras, fueron por Jill y al llegar a casa prepararon la cena.

De esa manera transcurrían los días. Alexander ya se sentía como parte de la familia y los Knox lo veían de la misma forma.

Poco más de un mes de estar en aquella casa, a la hora de la cena preparada por Alexander, Hannah dijo:

- Alexander, en serio, esta delicioso. Deberías casarte con Ronald y convertirte en mi hijo.

- ¡¡Mamá déjate de bromas, a mi no me gustan los hombres!! – dijo Ronald luego de escupir su comida
Alex solo sonrió, ya se había acostumbrado al sentido del humor de Hannah.

La sonrisa de Alex hizo sonrojar a Ronald.

- Pero es que él es adorable, es atento y mejor cocinero que tú.

- Mamá…

- Ah, ya se… Alexander podría casarse con Jill cuando sean mayores ¿Qué les parece?

- A mi me gustaría casarme con Alex – dijo Jill abrazando al pelinegro.

- Ves, ya esta ¿Qué opinas Alex?

- Por mí no hay problema – dijo el aludido acariciando el cabello de Jill y mirándola con ternura.

- ¡¡Pero es que acaso están locos!! Jill es una niña, tiene 10 años ¿Cómo va a casarse con él?

- Son solo 6 años de diferencia Ronald, y en 10 años más eso no se notará en lo absoluto. ¿O estás celoso de que tú hermana te quitara a tu prometida? – Hannah comenzó a reír.

Alexander no dijo nada, pero su rostro se puso serio. Ronald pensó que seguramente se molestó por el hecho de que lo estuvieran llamando chica. Ya había notado que era muy sensible al hecho de que hicieran comentarios acerca de su rostro de niña.

Al día siguiente Ronald llegó de la escuela algo cansado un poco más tarde de lo usual, no había nadie en casa. Media hora después Alexander regresaba del parque con Jill, ella estaba feliz y entusiasmada por la entretenida tarde que habían pasado.

- Gracias por el paseo – dijo Jill sonriendo, se colgó del cuello de Alex y le dio un beso en la mejilla, luego se fue a su habitación.

- ¿Qué significa eso? – preguntó Ronald, quien los había visto.

- Eh, nada, ella se despedía – dijo Alexander caminando a la habitación que compartía con el rubio.

- ¿Le hiciste algo a mi hermana? – Ronald le pisaba los talones prácticamente. Ambos habían llegado a la habitación.

- ¡Claro que no le hice nada! ¿Crees que soy un pedófilo pervertido o algo como eso? – Alexander se oía muy molesto.

- Es que ese beso…

- Ella siempre besa mi mejilla cuando le gusta algo que hago.

- Pero… aquello del compromiso y casarse… todo eso…

- No estarás pensando que alguno de nosotros se toma eso en serio ¿verdad? En 10 años más lo más probable es que Jill esté enamorada de alguien de su edad. ¿Quién esperaría por 10 años?

Ronald miró el suelo al oír las últimas palabras de Alexander. Este notó que sus palabras habían afectado al rubio.

- Lo siento Ronald, se que tu… - Alexander se acercó a su compañero de habitación – lo que quiero decir es que no tienes nada de qué preocuparte, jamás le haría algo a tu hermana y eso del compromiso nadie se lo toma en serio, creo que solo tú.

Ronald levantó la vista hacia Alexander y retrocedió un paso hasta quedar afirmado en la puerta de la habitación.

- ¿Qué ocurre? ¿Te pongo nervioso o te doy miedo? No te golpearé o algo así – Alex sonrió divertido.

- No es eso… es solo que yo me puse algo celoso, es todo.

- Tranquilo, no te quitare a tu hermanita ni a tu madre, ellas son amables conmigo pero eso no significa que este quitándote el lugar que te corresponde…

- No es eso a lo que me refería. Cuando mamá dijo que podías casarte con Jill yo…

- ¿Ronald? – Alex enarcó una ceja – Si sigues pensando en mi como Alex tu prometida, la niña que creíste ver en una foto vamos a tener problemas.

- ¿Y crees que no lo sé? Pero no puedo evitarlo y no pienso en ti como la niña de la foto, eso es lo peor de todo, tengo bien claro que eres un hombre y a mí no me gustan los hombres, pero no sé por qué tu… - Ronald se oía desesperado y profundamente avergonzado.

Alexander se acercó más a Ronald, sus rostros quedaron a escasos centímetros.

- Dime Ronald ¿me ves como la niña de la foto o me ves como un hombre?

Ronald se puso visiblemente nervioso y sonrojado al extremo.

- Te veo como Alexander, el chico que comenzó a gustarme desde que vi tu rostro dormido al despertar junto a ti.

Alexander se acercó a los labios de Ronald y depositó en ellos un beso tierno, que poco a poco fue ganando en intensidad.

- ¿Que…? – Ronald quiso preguntar qué significaba eso pero Alex puso sus dedos sobre los labios del rubio impidiéndole hablar.

- Creo que también me gustas, esos sentimientos que me dijiste tenias por la persona de esa fotografía y lo que te habías esforzado por ser una persona digna de quien habías idealizado, supongo que eso me atrajo, y descubrí que me gustaría que alguien me amara de esa manera. Dime Ronald ¿podrías quererme de esa manera?

El rubio estaba realmente sorprendido, no esperaba esas palabras saliendo de labios de Alexander.

- Yo… yo… - al ver el rostro de Alex, Ronald sucumbió totalmente. Es que el rostro del más joven estaba sonrojado y su sonrisa por primera vez era tímida. Siempre le había visto tan seguro de su mismo, confiado y maduro que no imaginaba que podría adquirir esa expresión. La chica que él había idealizado, esa Alex que él había amado desde los 7 años, ella si podía adquirir esa expresión. De hecho así se la había imaginado muchas veces si se hubiesen dado un primer beso. – Tú me gustas – Ronald rodeó el cuello de Alex con sus brazos y lo beso de manera algo demandante, para sorpresa del menor.

El beso fue interrumpido por la voz de Hannah que los llamaba desde el comedor a cenar. Se separaron algo nerviosos. Se sentaron a la mesa tratando de actuar con naturalidad.

Esta situación se extendió durante una semana, esa falsa normalidad con la que se trataban frente a todos, mezclada con alguno que otro beso que se daban en la habitación cuando estaban a solas.

Para Ronald era un poco más difícil actuar con normalidad, a diferencia de Alexander que lo trataba como si nada frente a Hannah y Jill.

Una tarde después de clases se encontraban a solas en casa. Alexander estudiaba en la habitación que compartía con su ahora no oficial novio. Ronald, al verlo tan concentrado, le tomó una fotografía.

- ¿Por qué hiciste eso? – preguntó Alexander sorprendido.

- Para cambiar la fotografía de la billetera – contestó Ronald sonriendo.

Alexander sonrió también y se puso de pie, se acercó al otro chico para depositar un beso en sus labios. El beso se fue haciendo poco a poco más demandante y apasionado. Ambos terminaron recostados sobre la cama de uno de ellos. Las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro y el beso les robaba el aliento.

- No… no podemos seguir, podrían descubrirnos – dijo Ronald tratando de apartar de encima de él a Alexander.

- Tía Hannah y Jill no están, nadie nos descubrirá.

- ¿Está bien así?

- Por supuesto, prometo que seré gentil.

- ¡¡¿Qué?!! ¿Quieres decir que seré el pasivo?

- Claro ¿Qué esperabas?

- Pero… yo soy mayor…

- ¿Y eso qué? – Alexander le sonrió de manera seductora y comenzó a tocarlo estimulando aquellas áreas que sabía lo provocarían mas – Solo dime si te duele.

- ¿¡¡Que qué?!! No, espera, ya estoy asustado…

- ¿No confías en mi? – el tono y el rostro de Alexander fueron una mezcla de tristeza, decepción y ternura que hicieron flaquear a Ronald en su decisión.

- Si confío – con esas palabras Ronald selló su destino esa tarde, él sería la “prometida” en esa relación, que ambos esperaban durara por el resto de sus vidas.

martes, 10 de septiembre de 2013

Hace 100 años

Hace 100 años

Me habías llamado cobarde, me habías llamado inútil… había decidido alejarme y privarte de verme… sin embargo enviaste por mí con la excusa de que soy el príncipe y tengo que volver. Pues te diré mi respuesta, es no... Es un No rotundo... me niego a regresar... al menos por ahora.

Si crees que ella me detendrá... Estas equivocado… no la amo, ni la amare, aunque le haya dado a entender que si, fue solo un capricho... Jamás sabré lo que es el amor… o eso creía en ese entonces que hui al mundo humano.

Vague por días, semanas, meses… puede que hasta años, a quien le importa cuando tienes la eternidad enfrente, vi muchas cosas que muchos de los míos ignoraban de los humanos. Y oculte mi naturaleza ante ellos, después de todo, quien pensaría que yo, un joven alto, de brillante e impecable cabello negro largo hasta las caderas, y unos hechizantes ojos azules que llamaba la atención a donde iba, sería un dios de la muerte, un shinigami errante que había escapado de su mundo y ahora vagaba por la tierra de los humanos.

Me divertía, mi vida de libertad me era placentera, lugar a donde iba conseguía lo que quería, comida, bebida, mujeres que me complacieran, pero ninguna jamás lograría atarme. Todo en mi vida de libertad era perfecto, todo exceptuando la obscuridad de la noche, y el manto de sueño que caía sobre mí,  detestaba dormir… a diferencia de los demonios, los shinigamis tenemos que dormir aunque sea un poco diariamente, y yo, lo detestaba.

Durante mis sueños mis pecados del pasado me atormentaban, aquel sujeto de cabello rojo igual a mí, aquel al que no pude asesinar después de exterminar a su raza entera, solo porque causarle una mínima herida me causaba dolor a mí. Lo había dejado escapar, pero tenía la inquietud de que el intentara vengarse aun acosta de su vida.

Recorrí el mundo entero, mujeres, alcohol, comida y un techo donde pasar la noche, y todo lo conseguía simplemente sonriendo a una pobre ingenua, sonriéndole y diciéndole cosas lindas al oído.
Llegue a Londres una noche tormentosa a finales de 1785, camine por un sucio callejón, buscando alguna victima para conseguir lo que necesitaba. Divise una luz anaranjada salir de una ventana grande de cristal. Me acerque, leyendo en el letrero de madera que era una taberna. Decidí entrar, si bien usaba mis trucos para poder financiarme lo que quería, eso no quería decir que no llevara dinero conmigo.

Ordene una cerveza, que de inmediato una camarera llevo  a mi mesa, la mire de arriba abajo, mirándola de manera seductora, la chica se sonrojo ante mi mirada, había caído en mis redes de eso estaba seguro. Bebí tranquilo, observando el fuego sin pensar realmente en nada.

Escuche que alguien pedía ayuda, al separar la mirada del fuego vi que era la joven camarera que estaba siendo acosada por un grupo de tipos ebrios. “no es mi problema” pensé terminando la cerveza, vi como uno de ellos la amenazaba con una navaja oxidada; “podría... Supongo que lo hare” me dije levantándome de la mesa y tocando el hombro del tipo de la navaja. Cuando este volteo a verme le plantee un fuerte puñetazo en el mentón, el cual lo dejo inconsciente en el momento.

Los demás del grupo se lanzaron contra mí, pero rápidamente me deshice de los 4 dejándolos en el piso. La chica me miro temblorosa.

-       Estas bien ahora, no tienes por qué temerme a mi- le respondí de una manera cortante y fría
-       Mu...muchas gracias- me dijo haciendo una reverencia con la cabeza- no está herido verdad?- agrego tomando mi mano
-       Tipos débiles como el no me causaran ningún daño- respondí zafando mi mano de su tibio agarre- me largo- agregue entregándole tres monedas del alto valor- esto es por la cerveza y el tibio fuego... quédese con el cambio- dije antes de salir colocando mi capa de piel de lobo sobre mis hombros

Camine por las calles, aquella chica no era una potencial victima para mi, tal vez una prostituta, harían cualquier cosa por un par de monedas de plata, y si sabían complacerme, puede que le pagara con monedas de oro.

Escuche que me seguían, di vuelta en un callejón y espere recargado en la pared. Vi el reflejo de una persona en el charco del piso, vestía elegantemente, demasiado para una zona así. Se quedo parado justo antes de estar frente al callejón, use mi agilidad de shinigami para posicionarme detrás de el.

-       Que es lo que quieres?- le pregunte fríamente y sin piedad
-       Lo sabía desde que te vi en la taberna... tú no eres humano
-       Y que si no lo soy
-       Requiero de tus servicios
-       Que te hace pensar que te ayudare, no soy un demonio que se esclaviza ante los humanos por un alma… que podrías ofrecerme tu
-       Antes que nada permíteme presentarme, mi nombre es Arthur di Rousseau y sé que no eres humano, posiblemente por esos ojos verdes que tenias cuando peleaste con esos tipos, creo que eres un shinigami no? Un dios de la muerte?

Me quede serio ante su afirmación, ese hombre sabia de nuestra existencia, y creía en nosotros, no era tan escéptico como el resto de la humanidad.

-       Que es lo que quieres de mi
-       Librar a mi familia de un demonio, es lo que deseo, mi segunda esposa hizo un contrato con ese demonio, pero.. ella murió en un accidente en su carruaje, pero el demonio se negó a tomar su alma, ya que la que él desea, es el alma de mi única hija, de mi primer matrimonio, de ningún modo puedo dejar que los sucios negocios de su madrastra arruinen la vida de mi hija Elise
-       Que obtengo a cambio de ayudarte?
-       Lo que me pidas, dinero, tierras, un título nobiliario, cualquier cosa que me pidas y te pueda dar
-       Considerare el pago entonces- respondí echando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja- mientras tanto viviré en tu casa, hasta librarte de esa peste; aceptas?- le dije tendiéndole mi mano derecha
-       Acepto su trato joven…
-       Saine… Saine Pointe du Lac- le dije mirándolo con seriedad
-       Acepto su trato joven du Lac

Un brillo verde apareció en mis ojos cuando estrecho mi mano. Le pregunte por su hogar, a lo que él solo respondió avanzando unas calles, ahí en una callejuela estaba oculto  un carruaje negro, que se confundía en la obscuridad, abordamos al carruaje, y partimos por las deshabitadas avenidas de la ciudad, mientras Arthur me contaba más acerca del contrato con aquel demonio.

Observaba por la ventanilla del coche, nos alejábamos de la ciudad, y solo había campo y bosque alrededor. Además sentía que el carruaje iba de subida.  Un par de horas duro el camino entero, según Arthur ese era el carruaje más rápido que tenia, y que lo que recorrimos será una distancia de 5 horas en un carruaje normal. Mire a mí alrededor, tan solo bosque, un espeso bosque rodeando la colina. Mire a mis espaldas, el estrellado cielo nocturno se veía abruptamente interrumpido por una enorme sombra de altas torres.

-        Bienvenido al château di Rousseau- me dijo Arthur
-       No es más que otra jaula de oro- murmure- “una jaula como de la que escape hace tiempo”- dije en mi mente

Avanzamos a la entrada, el cochero se alejo hacia la parte de atrás del castillo, logre divisar que la pesada puerta de madera estaba abierta, y a un sujeto alto con un elegante traje negro que sostenía un candil esperando la llegada de Arthur.

Mis sentidos se alertaron de inmediato, aquel sujeto emanaba una fuerte energía, era obvio que no era humano, oculte mi presencia, no podía alertarlo en ese momento, aun quería estudiarlo más de cerca.

-       Bienvenido de nuevo señor Arthur- lo saludo haciendo una reverencia- veo que tenemos un invitado
-       Así es Yue.. prepara su habitación de inmediato- le respondió Arthur sin voltearlo a ver
-       como diga  my lord- respondió llevándose una mano al pecho- acompáñeme por favor- me dijo

Decidí seguirlo por los pasillos de roca del castillo, estaban  húmedos y hacia algo de frio, el mayordomo caminaba tranquilamente frente a mí. No sé si aun no se percataba de mi naturaleza, o sabia fingir bastante bien.

Me llevo hasta una gran habitación, la pared  frente a la entrada estaba dominada por tres enormes ventanales que iban desde el piso hasta el techo, la lluvia golpeaba los cristales de las ventanas, y uno que otro relámpago ocasional iluminaba la habitación.

El mayordomo se adentro a la habitación, y dejo el candil en el borde de una chimenea, después se agacho para poder prender fuego a los leños que ahí había. Rápidamente el calor comenzó a inundar la habitación, llevándose con ello la humedad.

-       Esta será su habitación.. espero que este cómodo.. si algo le falta no dude en avisarme- me dijo el mayordomo dejando unas mantas sobre la cama- con su permiso me retiro

Un relámpago ilumino la estancia cuando él salió, pude notar sus ojos de un color rojo obscuro, posiblemente por la obscuridad de la habitación. Suspire con fastidio y me recosté en la cama, una cama muy blanda y cómoda, la mejor en la que había dormido. Similar a la que usaba en mi mundo… en mi jaula dorada de la que había escapado.

Desperté tarde en la mañana, el sol entraba colándose entre las cortinas que cubrían los ventanales, el fuego aun crepitaba en la chimenea… al parecer habían echado leños nuevos para mantener la llama. Supuse que había sido el mayordomo de la noche anterior.

Deje la capa de piel de lobo sobre la cama, me vestí de inmediato y salí de ahí, recorrí el pasillo de la noche anterior, ahora podía verlo con mayor detalle, las paredes de grandes rocas apiladas una sobre otra, estaba cubiertas con diversos  cuadros y estandartes, seguí curioseando por ahí, llegue frente a una habitación de puertas dobles de color azul brillante, sentí curiosidad y abrí una de ellas.

Era una enorme biblioteca, la más grande biblioteca privada que hubiera visto en el mundo humano. La estancia era iluminada por la luz que entraba por los grandes ventanales, similares a los de la habitación donde había dormido. Sobre la chimenea había un grabado en la roca, era un escudo de armas con un caballo y una rosa, debajo de este estaba el grabado de una cinta, con las palabras Di Rousseau. Frente a la chimenea había un sofá, dispuesto a manera de tener una lectura cómoda. Escuche el fuego crepitar en la chimenea, y vi que había una silueta en el sofá.

-       Papa?- pregunto una dulce y delicada voz de pronto- eres tu papa?- volvió a preguntar asomándose, era una chica, una dulce y delicada chica de cabello azulino, y ojos a juego, su mirada lucia confundida por verme- Lo siento mucho señor- dijo levantándose para hacer una reverencia- creí.. que se trataba de mi padre.. usted debe de ser su invitado no es así? Me hablo de usted esta mañana
-       Le hablo de mi?- murmure levantando una ceja
-       Así es.. es un placer conocerlo joven du Lac- dijo con una tierna sonrisa- mi nombre es Elise Magdalene di Rousseau

Me sorprendí en ese momento, Elise?.. Esa era la chica cuya alma quería aquel demonio?; medite las cosas un momento, mirándola detalladamente, si bien era una niña de no más de 13 años a lo sumo, era muy amable  y atenta.

-       Mucho gusto señorita di Rousseau- la salude besando su mano- pero por favor… llámeme por mi nombre... Saine
-       Muy bien joven Saine.. pero por favor… también usted llámeme Elise- me dijo sonriendo
-       Joven ama- escuche que la llamaron a mi espalda, gire para ver de quien se trataba, era aquel demonio, ahora podía apreciarlo mejor, era más alto que yo, y su cabello era de color plateado, casi blanco el cual le llegaba a los hombros y tenia sujeto en una coleta  a la altura de la nuca, sus ojos eran de color carmesí brillante, los cuales miraban con seriedad.- Joven ama, el desayuno está servido
-       Gracias Yue- le agradeció Elise amablemente- gusta acompañarnos joven Saine- me invito
-       Por supuesto my lady, después de usted- le respondí inclinando la cabeza esperando a que saliera

Al pasar al lado del mayordomo, observe que sus ojos emitían un brillo rojizo, al fin se había percatado de mi naturaleza, sonreí burlonamente, y seguí a Elise por el pasillo hasta el comedor. El mayordomo nos seguía de cerca, y sentí su mirada posada en mi.

Pase semanas en ese lugar, recabe lo que necesitaba saber acerca del contrato con ese demonio, me movía con sumo cuidado, pero también él era demasiado cauteloso, así como no le permitía vigilarme, el tampoco me lo permitía a mí.

El tiempo pasaba, pero siempre antes de poder atacar al mayordomo Elise aparecía… en un principio pensaba que era fastidiosa e infantil, muy pronto descubrí que no lo era.

Ese día estaba con ella en la biblioteca, el invierno había llegado antes, y era uno de los más crudos inviernos que Inglaterra haya sufrido, incluso ahora no puedo recordar un invierno peor a ese. Acostumbraba leer con Elise en las mañanas, mientras planeaba mis siguientes movimientos. Poco a poco había aprendido a disfrutar de su compañía, conforme la fui conociendo descubrí que era una chica muy delicada y muy inteligente, su madre había muerto cuando tenía 5 años, y su padre se había vuelto a casar dos años después con la mujer que había hecho el contrato.

Me pregunto por mí, y por mis viajes, le conté algunas cosas de cada país, pero jamás el cómo me trasportaba y mucho menos como conseguía lo que necesitaba . Por alguna extraña razón, sentía que Elise no necesitaba saber eso de mi.

Repentinamente comenzó a toser, me acerque a ella, tomándola de los hombros, jamás la había visto así, y no sabía qué hacer. Necesitaba ayuda de alguien, pero.. No quería dejarla sola. Estaba por alejarme cuando el mayordomo entro con una frazada y un frasco con un liquido café.

-       Lady Elise sabe muy bien que su salud es delicada, usted debería estar en su habitación la cual es mas tibia que la biblioteca
-       Estaba pasándola bien Yue- respondió ella tosiendo
-       Estoy seguro que lord Saine entenderá que es mejor para usted estar en su habitación… no es así mi lord?- me pregunto haciendo énfasis en sus palabras

Lo mire molesto, solté un gruñido inaudible para los humanos, pero el mayordomo lo escucho estaba seguro. Después mire a Elise con preocupación

-       Está bien lady Elise, usted necesita descansar- dije levantándome y saliendo de ahí, estaba molesto por la presencia del mayordomo, estaba molesto por verlo tan cerca de ella, y sin embargo también me sentía un inútil, un completo inútil por no saber qué hacer en ese momento, odiaba a Yue por haberme hecho sentir así

No vi a Elise en semanas, supuse que su condición había empeorado, el invierno paso, y con él las ventiscas y nevadas. Los días se tornaron mas cálidos, dando paso con ello a la primavera. Durante la segunda semana de la estación, es cuando volví a verla. Lucia pálida, y había bajado un poco de peso, sin embargo, se había levantado para estar a mi lado, para leer juntos en la  biblioteca, jamás se quejo de su estado, sin embargo se disculpo por su ausencia.

Sin saber la razón, la estreche en mis brazos, pidiéndole que no se disculpara, y que no era necesario esforzarse por alguien como yo. Elise me miro con dulzura acariciando mi mejilla con sus tersas manos, las tome entre las mías, y las lleve a mis labios, depositando un beso en cada una. Acaricie la mejilla de Elise, poco a poco comencé a acercar mi rostro a ella, sentí mis labios rozar los suyos.

-       Lady Elise!- la llamo Yue entrando- My lady la estaba buscando por todo el castillo- le dijo acercándose a ella- mire como esta, su cuerpo esta helado, debería volver a su habitación

Elise no dijo nada, simplemente se dejo llevar por Yue, me quede en la biblioteca, dejándome caer al piso, cubrí mi rostro con una mano, me sentía un tonto, un estúpido por lo que acababa de hacer.

No supe cuanto tiempo permanecí ahí, no volví a saber de mi hasta que el mayordomo me saco de mi trance, su semblante lucia molesto, pero que me importaba lo que el pensara.

-       Aléjate de lady Elise, es lo único que te advertiré
-       Pareces un demonio receloso que cuida un alma que busca devorar, aun cuando esta no le pertenece en absoluto- le dije alejándome de él con una sonrisa retadora en mi rostro
-       El alma de lady Elise es el pago de mi contrato
-       Tu contratista está muerta demonio, Elise no tiene por que entregarte su alma- le dije sin mirarlo saliendo de la habitación.

Esto solo fue el comienzo de mis rencillas con él, hacia todo lo que era posible para mantenerme lejos de ella, así como yo hacia lo que me era posible para no permitir que el la alejara, cuantas veces triunfo el y cuantas yo no lo sé, jamás las conté, pero aquellos momentos que pase al lado de Elise eran muy valioso, cada minuto, cada segundo con ella.

La segunda primavera a su lado llego más rápido de lo que pensaba, no podía perder más tiempo, tenía que deshacerme de ese inexistente contrato que aquel demonio alegaba, deshacerme de él y alejarlo de Elise para siempre.

Una noche de luna llena, ese día decidí terminarlo todo, la luna demoro en presentarse, cuando salí del castillo a hacerle frente al demonio apenas se mostraba, una enorme redonda y brillante silueta en el horizonte, a través de su brillo vi una  silueta alada, una silueta que reconocía perfectamente.

-       No intentes intimidarme con eso Yue- lo rete- yo también tengo mis trucos- murmuré apareciendo un par de alas negras en mi espalda, extendiéndolas para que la luz de la luna les diera de lleno
-       Parece que no eres un shinigami de baja categoría
-       Tanto así me subestimaste?- le pregunte apareciendo en mi mano un arco de violín… el cual de inmediato tomo la forma de una espada

Yue también apareció una espada en sus manos, sonreí divertido, relamiéndome los labios, había mucho que no sostenía una batalla que me emocionara de esta manera. Un cuervo voló a lo lejos en el bosque.. En el justo momento que Yue y yo arremetíamos el uno contra el otro.

Ambas espadas sacaban chispas al chocar, nuestras siluetas eran recortadas por el brillo de la luna llena, que lentamente emergía del horizonte para llegar a lo más alto del cielo. Múltiples heridas cubrían el cuerpo de ambos, use mi energía para lanzar un rápido tajazo contra la mano de Yue, el contrato que estaba ahí tatuado se rasgo, emitiendo un brillo de color violeta.

Los ojos de Yue emitieron un destello rojo carmesí, y lanzo un rápido manotazo contra mí.. Apenas esquive el ataque, pero había logrado herir mi torso.. Y tres de aquellas heridas eran realmente profundas y emanaba una gran cantidad de sangre.

-       Ríndete si no deseas que te mate ahora- dijo Yue de manera fría
-       Deberías de ser tu el que se rinda, observa tu contrato Yue, se esta desvaneciendo no hay nada que te ate realmente a esta familia, porque no simplemente te marchas, o abandonas la idea de tomar el alma de Elise.. tu contratista está muerta, y tu faltaste al contrato al no salvarla, preferiste salvar a lady Elise en ese accidente no es así?

Los ojos de Yue perdieron su brillo, su mirada de sorpresa y desconcierto lo delataba, había dado justo en el blanco, Yue le había tomado tanto cariño a Elise que se había olvidado de Lady Katherine, la madrasta de Elise y la verdadera contratista de Yue.

Acerque mi espada a su cuello, clavando la punta en el, causando que saliera un hilillo de sangre de cuello.

-       No te matare Yue, solo si abandonas al fin a idea de consumir esa alma- le dije seriamente con un brillo verde inundando mis ojos- el contrato ya no está, y no hay nada que te retenga

Aquel infernal brillo regreso a sus ojos, un rápido ataque me derribo de inmediato, sentí dolor en todo el cuerpo, estaba equivocado, no había sido uno, habían sido múltiples ataquen en una milésima de segundo. No supe mas de mi hasta la mañana siguiente.

Desperté cuando el sol comenzó a lastimarme seriamente, cuanto llevaba ahí, no lo sé, horas… pude que incluso días enteros. Intente ponerme de pie, sentí dolor en mi cuerpo entero, principalmente en mi pecho.

Camine trastabillando, hasta caer debajo de un árbol, escupí sangre,, mis heridas lucían mal, terriblemente mal. Cerré los ojos momentáneamente. Sintiendo el viento pasar por mi cabello. Cuando abrí los ojos de nuevo, me percate de una silueta en el campo de flores que estaba justo frente a mí.
Su cabello azul ondeaba con el viento, y ella jugueteaba como un ave en aquel campo. Me puse de pie con una sola palabra en mis labios: Elise.

Me acerque a ella, mi vista se nublo de inmediato, no podía permanecer consiente por más tiempo. Dirigí un último pensamiento hacia ella, después, simplemente la negrura de mi inconsciencia.
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Escuche su dulce voz a lo lejos, la escuche llamándome repetidas veces, pero ni aun asi pude abrir mis ojos, posiblemente mi conciencia me engañaba usando su voz, su apariencia, su aroma. Sentí algo tibio en mi frente, abrí los ojos... Estaba en la habitación dentro del castillo, me incorpore de golpe, tirando de mi frente una pequeña toalla húmeda, y causándome inmenso dolor en mis heridas.

-       Saine no haga eso por favor?- escuche la voz de Elise, sentí sus cálidas manos ayudándome a recostarme de nuevo- Yue... puedes traer mas agua tibia por favor
-       Hai- escuche que este respondió

Permanecí recostado, sujetando las heridas de mi pecho, respiraba agitadamente, sentía un líquido pegajoso y tibio brotar de ellas, no hacía falta ser un genio para saber que era sangre.

-       Porque enfrentaste a Yue? – me pregunto Elise- acaso no sabes que él es un demonio muy poderoso?
-       Sabias que el.. era un demonio?- le pregunte incorporándome lentamente
-       Claro que si.. mi madrastra lo invoco, aunque después de su muerte.. no se marcho
-       Lady Elise aquí está el agua- interrumpió Yue trayendo consigo una cubeta de agua
-       Gracias, podrías traerme unos trapos limpios y unas vendas?
-       Como ordene my lady
-       Lo sabías entonces?- insistí- acaso sabias que él estaba aquí por tu alma
-       Supuse que era por eso- me respondió limpiando mis heridas de los brazos- me sorprendió que esta mañana el hubiera dicho que se iría del castillo
-       Y si de verdad lo iba a hacer porque se quedo
-       Porque se lo pedí- respondió tranquilamente- Yue es el único amigo que tengo, si él se va me sentiré sola en este castillo
-       Y.. si yo me quedara?- le pregunte desviando la mirada
-       Si te quedaras eso me haría muy feliz.. ya que- murmuro quedándose callada y sonrojándose levemente- creí.. creí que morirías cuando te vi en el campo.. tenía tanto miedo- agrego abrazándome con lagrimas en los ojos, después comenzó a toser
-       No es necesario que llore my lady- le dije tomando su barbilla- gracias a usted ahora me encuentro bien- agregue mirándola tiernamente
-       Pero.. que hubiera pasado si no te hubiera encontrado, y si te desangrabas, o pescabas una infección, o que tal si…

El silencio se apodero de la habitación, había atrapado las palabras de Elise con un dulce beso, un beso que ella correspondió de inmediato.

Tuve que interrumpir el beso debido a que sentí la presencia del mayordomo. Cuando lo mire me percate de que sus ojos emitían un leve resplandor rojizo, sin embargo solo le entrego unas vendas limpias a Elise.

-       Permítame ayudarla my lady- le dijo llevando una mano a su pecho
-       Gracias Yue- le respondió ella

Elise termino de limpiar mis heridas, y comenzó a vendarlas con ayuda de Yue, el mayordomo lucia un semblante muy serio, más que de costumbre. No le di mucha importancia. Una vez terminada su labor, Yue se llevo a Elise a su habitación, ya que nuevamente sufría de un ataque de tos.

Le pedí que no se preocupara por mí, y que descansara que la vería a la hora de la cena, así ambos nos recuperaríamos.

A media tarde, Yue me llevo la comida, lucia serio y frio, no quise tomarle importancia, pero permanecí alerta, aun estaba débil y podía atacarme en cualquier momento.

-       No te atacare si es lo que piensas- me dijo dejando la comida en la mesita de al lado de mi cama- tus vendajes  se han llenado de sangre de nuevo- me dijo acercándose, lo mire con desconfianza, pero permití que los cambiara- estas enamorado de ella no es así?- me pregunto cuándo ponía el vendaje de mi torso
-       Y que si lo estoy?- le pregunte defensivamente
-       No es necesario estar a la defensiva lord Saine- me reclamo- simplemente quería que supiera que lady Elise está comprometida desde el momento en que nació con el hijo de un socio de lord Arthur

Sentí una helada puñalada en mi pecho, comprometida, Elise estaba comprometida con alguien. Pero, por que no me lo había dicho. Pensé que Yue intentaba engañarme, pero, había algo en mí que sabía que no me engañaba, que sabía que lo que Yue decía era verdad, y lo había revelado para evitarle problemas a su ama.

-       Ahora lo entiende no es así?.... aunque lady Elise también lo ame, no pueden estar juntos, my lady está comprometida con un hombre de buena familia, y por ello estoy seguro que jamás le faltara nada… en cambio…
-       En cambio?
-       Que podría ofrecerle usted a my lady? Solo es un  pequeño shinigami caprichoso que no quiere regresar a su mundo, que no respeta en lo mas mínimo la vida humana, y que ha usado a muchas mujeres a placer… de verdad se cree digno merecedor del amor de lady Elise?

Cerré los ojos ante estas acusaciones, no pude decir nada en mi defensa, ya que, en realidad, no podía defenderme de ningún modo. Todas sus acusaciones eran ciertas. Pero que podía hacer, la amaba, y la seguiría amando por toda la eternidad que durara mi vida. Amarla era mi castigo por ser como era, cuantas mujeres no se enamoraron de mí, y sin embargo solo las use para conseguir mis propósitos. Ahora era yo el que sufría por amor. Por el amor de la más delicada y hermosa doncella que jamás hubiera conocido.

Guarde mi amor en lo más profundo de mi ser, intente ser indiferente con ella, pero mi defensa se venía abajo al ver su sonrisa, escuchar su voz, contemplar sus ojos. Cada día, cada semana, cada mes que pasaba, mi amor por ella crecía. Y el dolor que eso me causaba también.

La acompañaba en sus caminatas por los campos de flores, fue en el siguiente verano que me tope con él, aquel cabello rojo que aparecía en mis pesadillas. El mismo sujeto al que no había asesinado aquel día, había regresado, y no buscándome a mí.

Sucedió cuando salí a caminar con Elise, Yue nos acompañaba, ya que ella había estado tosiendo muy seguido últimamente, pero se negó a quedarse en cama al ver que ese día no estaba lloviendo.

Caminaba a su lado, mientras ella olía las rosas que habían crecido esa temporada, y la ayudaba a cortar algunas, pero repentinamente sentí algo muy cerca, tome a Elise en mis brazos y di un salto hacia atrás, dejando que una flecha se clavara en el piso.

Yue se adentro a los arboles para buscar al culpable. Baje a Elise al piso de nuevo, mientras vigilaba el bosque, escuche una pelea, y un grito de alguien, después Yue regreso arrastrando a un chico, mis ojos se abrieron de par en par al reconocerlo, principalmente por su cabello rojo.

-       Quien es él?- pregunto Elise al verlo
-       No sé su nombre.. pero.. creo que viene buscándome- respondí inclinándome ante el tipo- que haces en este lugar?- le pregunte tomándolo de la camisa
-       No te hagas el importante.. esta vez no vine por ti maldito asesino
-       Si no es por mí a que has venido?- le reclame
-       Tengo un trabajo que hacer muy importante, me pagaran muy bien si elimino a los escoria de los di Rousseau

Me moleste de sobremanera al escuchar como había llamado a la familia de Elise, estuve a punto de golpearlo, pero Elise se inclino a su lado, limpiando con un pañuelo al brazo sangrante de aquel chico.

-       No sé quien lo haya mandado a matarnos- le dijo cálidamente- aun así se que usted no es mala persona.. mi nombre es Elise Magdalene di Rousseau- se presento
-       Soy.. Roxte Villefort – le respondió  desviando la mirada algo sonrojado

Permanecí alerta, no quería que ese maldito atacara a Elise en cualquier momento, ella amarro su pañuelo en la herida, de inmediato el se puso de pie de un salto. Y colgó su ballesta en la espalda.

-       No sé que tengan en contra de tu familia, pero por mi parte comprobé que no son tan malos como creí que serian- dijo levantando el brazo agitándolo en señal de despedida

Se marcho sin dar problemas, pero no fue la última vez que lo vi, vigilaba el castillo constantemente desde algún árbol cercano, me ponía los nervios de punta cuando Elise lo invitaba quedarse, no tenía ningún respeto por ella, llamándola “plana” o “Tabla”, tenia deseos de golpearlo pero ella reía ante sus groseros comentarios.

Paso algún tiempo mas, cierto día Elise lucia sombría, nada común en ella, no quería molestarla, pero… no me gustaba verla así sin saber que tenia, o si podía ayudarla. Me arme de valor para preguntarle, sus palabras fueron una dura puñalada en mi alma

-       Esta noche, el socio de mi padre y mi prometido vendrán a cenar- me respondió sin verme a la cara
-       Creo.. que deberías estar más alegre no es así?- le dije fingiendo estar calmado, aunque por dentro sentí que estaba muriendo
-       Se, sé que mi matrimonio beneficiara a las familia de él, pero.. no veo en que nos pueda beneficiar a nosotros, siempre quise casarme con alguien a quien amara de verdad, y no con alguien que mi madrastra escogió para mí- dijo con los ojos llorosos

Entendí en ese momento, Elise no quería casarse, incluso podría jurar que odiaba al tipo en cuestión, además, no había sido Arthur el que comprometió a Elise, sino su madrastra Katherine.

-       Quiero romper ese compromiso- sollozo- no quiero casarme con él!- agrego rompiendo en llanto, instintivamente la abrace, me partía el alma verla llorar y no poder hacer nada
-       Lo has.. hablado con Arthur?- le dije acariciando su cabello- creo que entenderá que no amas al tipo
-       Tengo miedo de que no entienda- digo ocultando su rostro en mi pecho- de que no entienda que no amo a ese sujeto, ya que mi corazón le pertenece a alguien mas

Eso fue como un balde de agua helada sobre mi espalda, así que era eso, Elise no quería casarse debido a que amaba a alguien más.

-       Así que esa es la razón- susurre sin soltarla- envidio al afortunado my lady- suspire
-       De verdad lo envidiarías?- me pregunto separándose de mí, mirándome de una manera muy dulce
-       Alguien que sea capaz de robar el corazón de my lady es digno de ser envidiado- dije desviando la mirada, pero cuando voltee a verla de nuevo me encontré con sus labios, uniéndose a los míos en un dulce beso.
-       Te tendrías envidia ti mismo?- me pregunto besándome de nuevo
-       Posiblemente- respondí abrazando su espalda y besándola profundamente

Mi corazón latía con fuerza, mis miedos parecían quedarse atrás, solo sabía que quería una cosa y era estar a su lado, estar con ella, renunciaría a mi inmortalidad por Elise.

Interrumpí el beso al sentir la presencia de Yue en la entrada de la biblioteca, Elise lo miro con algo de preocupación, mientras que yo no me inmute en lo mas mínimo.

-       Lady Elise, lord Arthur desea hablar con usted
-       Mi padre?- susurro Elise con preocupación
-       Es el momento de que se lo digas- le susurre al oído poniendo mis manos en sus hombros- es momento de que le comentes acerca de romper el compromiso
-       Lo hare- me respondió tomando mi mano- por favor ven conmigo- me dijo con un timbre de voz suplicante.

Asentí de inmediato, no podía negarme ante esa manera tan delicada y vulnerable que tenia de ser, pase al lado de Yue, tomado de la mano de Elise, el mayordomo no despego su mirada de mí.

Entramos al despacho de Arthur, el estaba de espaldas a la entrada, mirando por un enorme ventanal. Elise se acerco temblorosa, mientras apretaba mi mano. Detrás de nosotros entro Yue, cerrando las puertas del despacho.

-       Elise, tenemos algo muy importante de que hablar- le dijo Arthur sin voltear
-       También yo.. tengo algo importante de lo que quiero hablarte padre- le dijo esta agachando la cabeza
-       A si? Y de que se trata?- pregunto Arthur tranquilo
-       Es sobre el compromiso con lord Edmond de la Court – respondió Elise firmemente
-       Es curioso ya que también quería hablar de ello- murmuro Arthur sentándose en su sillón rotatorio y girándolo en dirección a nosotros, para vernos de frente, hasta ese momento se percato de mi presencia ahí.- lord Saine, un honor que nos acompañe- me saludo amablemente
-       Lo mismo digo my lord- respondí inclinando la cabeza
-       Bien Elise, tu primero.. me gustaría saber que tienes que decir de el barón de la Court
-       Quiero romper mi compromiso con el- dijo Elise rápidamente
-       Romperlo?!!!- exclamo Arthur levantándose de su sillón- Elise estas consciente de lo que estás diciendo
-       Mas que consiente padre… no quiero casarme con lord de la Court
-       Pero a qué viene tu decisión Elise
-       Padre, se en qué nivel esta nuestra familia, y sé que lord de la Court se beneficiara si se casa conmigo, pero… no veo ningún bienestar para nuestra familia si lo hago, además.. de que como hombre, no lo considero buen marido para mí, yo… yo deseo casarme con un hombre al que ame

Permanecí en silencio observando aquella conversación, Elise continuo explicando sus razones, el por qué desconfiaba de su prometido, el hecho de que su compromiso fuera arreglado por su madrastra y no por su padre o su madre.

Arthur permanecía con un semblante serio, escuchando cada palabra de su hija, sin alterarse ni un poco, me hizo pensar que tal vez el tampoco deseaba ese matrimonio con aquel lord Edmond de la Court.

-       Entiendo tus razones hija- respondió Arthur calmado- tampoco a mi me es de total agrado ese chico, pero…
-       Papá por favor- suplico Elise- por favor, de verdad no quiero casarme con él.. no cuando se que mi corazón le pertenece a alguien mas
-        A alguien más?- pregunto Arthur confundido- a quien si se puede saber Elise, casi no sales del castillo
-       No necesito salir para verlo padre- le respondió Elise tomándome la mano, Arthur la miro con sorpresa- espero que de verdad lo entiendas
-       Así que… fue de el de quien te enamoraste.. Elise debes saber que al igual que Yue…
-       Saine no es humano- respondió esta- lo sé, pero aun así lo amo, lo amo con todo mi ser, padre

Arthur respiro profundamente, le pidió a Yue que se llevara a Elise del despacho, ya que quería hablar conmigo a solas, Elise se negó a salir, pero, una mirada tranquilizadora de mi parte la convenció. No quería soltar su mano, pero, tenía que hacerlo.

Yue se llevo a Elise colocando su mano en el hombro de ella, Elise me miro con preocupación, simplemente me limite a sonreírle. Cuando la puerta del despacho se cerró de nuevo, mi sonrisa desapareció, para volver a adoptar un semblante serio y tranquilo.

Mire a Arthur el cual estaba sentado en su sillón aun, parecía estar pensado en algo. Suspire un poco para liberar la tensión que se acumulaba en mi interior.

-       Saine- me llamo Arthur- te traje a este castillo para deshacer el contrato con el demonio, cosa que has hecho de manera maravillosa, Yue decidió quedarse por su voluntad en este castillo
-       Así es.. no tendrá que preocuparse más por ese contrato lord Arthur
-       También recuerdo haberte dicho que te daría cualquier cosa que te pudiera ofrecer como pago…
-       My lord sé lo que piensa en este momento, pero permítame decirle que no tomo a Elise como un pago, mi amor por ella de verdad es sincero- le dije de una manera un tanto suplicante
-       Al parecer  lo que ella siente por ti también lo es Saine, pero.. que ganaría Elise por casarse contigo… eres un shinigami.. y ella una humana, una humana que goza de una excelente posición social.. Saine si se casa contigo
-       Sé que no tengo nada para ofrecerle… solo mi amor, mi eternidad y mi fidelidad… la protegería con mí ser.. y daría mi vida por ella sin pensarlo

Arthur suspiro ante mis palabras, me miro de una manera severa, trague saliva ante su reacción, pero inmediatamente me tranquilice.

-       Saine… - dio Arthur cerrando los ojos- aceptare esta relación por el bien de Elise; pero… a cambio deberás hacer algo…
-       Lo que sea- dije sin pensarlo
-       Deberás cambiar tu apellido.. dejaras de ser Saine Pointe du Lac y pasaras a ser Saine Di Rousseau
-       Como desee- respondí sonriendo, si de verdad era algo tan insignificante, no me importaba, mi apellido no valía nada, nada comparado con estar al lado de Elise
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Hice una reverencia y  salí de ahí, camine por los pasillos, rebozaba de alegría, quería buscar a Elise y comunicarle lo sucedido. Fui a su habitación, pero no la encontré ahí, me dirigí a la biblioteca, pero estaba desierta, decidí bajar a la cocina, tal vez Yue sabia donde estaba.

Cuando entre a la cocina lo vi preparando todo para la cena, me acerque a la mesa y tome una manzana.

-       No debería de estar aquí- me dijo sin ponerme mucha atención
-       Solo estoy buscando a Elise, creí que sabrías donde podría estar, ya que su habitación y la biblioteca están desiertas
-       Lady Elise estaba con lord Edmond en la sala principal, al parecer estaba “impaciente” por ver a “su” prometida

No pude decir nada, la manzana cayo de mi mano, salí de inmediato de ahí, tropezando a cada momento, tenía que llegar a su lado, una inmensa preocupación me invadió de inmediato, Elise estaba sola con aquel sujeto.

Escuche algo de cristal romperse, después, un grito de Elise. Me di prisa, y entre a la sala de descanso.

Elise estaba acorralada entre una de las paredes y ese sujeto, era más alto que ella, aparentaba fácilmente unos 24 años, su cabello era negro y largo a media espalda, el cual estaba sujeto con un listón en su nuca. Sostenía a Elise por los brazos.

-       Ya te lo dije, te casaras conmigo lo quieras o no!!- escuche que le dijo de una manera nada amable
-       Suélteme!!- exclamo Elise, su tono de voz se escuchaba asustado, no podía quedarme más tiempo ahí observando
-       My lord, me temo que deberé pedirle que suelte a lady Elise en este momento- le dije serio acercándome a ellos
-       Deja de entrometerte en este asunto.. esto es entre mi futura esposa y yo- me reclamo el tipo
-       Ya te dije que no me casare contigo… primero muerta que hacerlo
-       Entonces tendré que conceder tu deseo Elise!- le reclamo el sujeto apretándola con más fuerza

Mis ojos emitieron un destello verde, con un ágil movimiento le di un manotazo al sujeto, el cual soltó a Elise en el acto. Aproveche para situarme entre ella  y el… no permitiría que la dañara de nuevo, no si estaba ahí para protegerla.

Sabía que no podía usar mis poderes para atacarlo, ya que , me gustara o no, era un invitado de Arthur, pero eso no me limitaría para defenderme, Elise se acerco a mí, aferrándose se mi espalda, su respiración era agitada, y sentía los temblores de su cuerpo.

Edmond levanto su puño contra mí, estaba listo para tomar a Elise y esquivar el golpe, pero algo lo detuvo a pocos centímetros de mi. Mire atentamente lo sucedido, Yue sostenía a Edmond por el brazo, con una expresión neutral, aunque había algo en sus ojos que demostraba su molestia.

-       My lord, la cena está servida- dijo seriamente
-       Mayordomo, que bueno que estas aquí, hecha inmediatamente a este impertinente del castillo
-       Lo siento my lord, pero en primer lugar Lord Saine es un invitado y huésped de Lord Arthur- respondió Yue soltando su brazo- y en segundo lugar, solo mi amo y lady Elise pueden darme ordenes

Edmond se quejo ante esta respuesta y se dio la media vuelta saliendo de ahí. Yue se aproximo a Elise, pidiéndole que la acompañara para vestirla adecuadamente para cena. Elise asintió, y salió detrás de Yue, a mi lado.

Me parecía un fastidio, podías tomar todas las comidas con las mismas ropas que te ponías al amanecer, pero,, tenias que cambiarlas para la hora de la cena, ya que según la tradición era la hora de convivencia más importante de la familia. Me tenia sin cuidado, pero igual cambie mis ropas por unas un poco más, ostentosas que las que usaba, una camisa de mangas sueltas y puño cerrado, y un pañuelo en el cuello, con un broche con un zafiro. Amarre mi cabello en una coleta a mitad de mi espalda. Sujetándolo con un listón blanco. Me dirigí al comedor, Arthur y Elise ya estaban ahí. Yue me indico un lugar al lado de Elise.

La cena trascurrió tranquila por un momento, pero cerca del postre, Edmond abrió la boca, exigiéndole a Arthur que Elise se casara con él. Arthur se limito a bajar los cubiertos, su semblante lucia serio. Elise me sujeto la mano debajo del mantel. Moría de nervios.

Contrario a lo que Edmond deseaba, Arthur  solo hablo del fin de aquel compromiso, usando de defensa que él no lo había aprobado, y que todo había sido plan de Katherine. Edmond se levantó furico de la mesa y salió de ahí.  Lo seguí con la mirada, esa noche no dormiría con tal de cuidar de Elise.

Parecía ser una larga noche, cerca de las 3 de la madrugada escuche ruidos por el pasillo, cerré el libro que leía y deje mis gafas de shinigami sobre las tapas del libro, Salí al pasillo, y no vi a nadie, creí que había sido mi imaginación. Regrese adentro, no había terminado de cerrar la puerta de la habitación cuando escuche un cristal caer, proveniente de la habitación de Elise. Esto me alerto, Salí de inmediato, esperando que solo haya tirado un vaso por accidente.

Llame a su puerta, pero ella no respondió, pensé que dormía y que era solamente paranoia mía, pero, por la rendija de la puerta aun se veían restos de fuego, y un fuego muy vivo, Elise tenía que estar despierta, pero… por qué no respondía?.

Respire profundamente, no quería perder la cabeza, volví a llamar a su puerta, de nuevo sin respuesta. No pude más, abrí de un golpe la puerta, lo siguiente que vi me lleno de ira, vi a Edmond en la habitación de Elise, estaba sentado sobre ella, y cubría su boca con una mano, Elise me miro suplicantemente con lágrimas en sus hermosos ojos azules. Por más que intentara no perder el control, no pude, me lancé contra él, sujetándolo de la camisa desabotonada y lo azote contra una pared, causando que escupiera sangre, mis ojos cambiaron de color, emitiendo un brillo verde sepulcral.

-       Que eres?!- exclamo Edmond asustado
-       Deberás preguntarte mejor que no soy- le respondí mostrando mis colmillos- solo te diré que no soy humano- gruñí con una mirada asesina, fue entonces que Yue llego
-       Mayordomo, has algo con esta bestia!-le ordeno Edmond a Yue, pero este solo se limito a acercarse a Elise, vio los moretones en sus muñecas, y las marcas de una mano fuerte que cubría su boca momentos antes
-       Está bien lady Elise?- le pregunto Yue al verla temblorosa, notando algunos arañones en su cuello y cerca de sus senos.
-       S....si- respondió temblando- Saine.. de no ser por el…- dijo rompiendo en llanto

Yue se levanto del lado de Elise, y se acerco a Edmond al tiempo que sus ojos emitían un resplandor del color de la sangre, tomo a Edmond por el cuello, y lo levanto del piso.

-       Como se atreven tus sucias manos a tocar  a mi joven ama?- le pregunto con una voz fría y sin piedad- pagaras con sangre cualquier daño que le hayas hecho- agrego sonriendo de una manera aterradora, mostrando unos afilados colmillos.

Solté la camisa de Edmond, y deje que Yue se lo llevara a rastras de la habitación. Me acerque a Elise, y la estreche en mis brazos, aun lloraba amargamente, acaricie su cabello, diciéndole que ella no tenía nada que ver con lo que había sucedido.

Las estaciones pasaron, Edmond había escapado, jamás supe de él, ni me importaba, tan solo me importaba ella, estar a su lado. Incluso en invierno, cuando ella se resfriaba y su cuerpo delicado se debilitaba, aun así permanecí con ella.

-       Saine…- me llamo un día que estaba en cama, ambos estábamos leyendo y mirando nevar-  sabes, ya casi es navidad- me dijo
-       Lo sé- respondí sonriendo- dime, hay algún regalo especial que pueda darte?- le pregunte, era malo haciendo obsequios
-       La verdad- me dijo sonrojándose- si quiero algo en especial
-       Te daré lo que me pidas- le dije tonado su mentón, depositando un dulce beso en sus labios- solo dime que es lo que deseas- le dije, ella hizo señas de que me acercara, así lo hice
-       Quiero casarme contigo- me susurro al oído, causándome sonrojo

La mire con sorpresa, esperaba que fuera una broma de ella, pero su expresión tímida y nerviosa me demostraron que lo había dicho muy enserio. Tome sus manos entre las mías, depositando un beso en ellas.

-       Así será my lady- le dije besando su frente.

Como lo había prometido, así fue, esa navidad se hicieron los preparativos, Elise amaneció ese día un poco más estable que los días anteriores, Yue la apoyo en todo momento, Arthur le había obsequiado el vestido de su madre.

Por mi parte recibí ayuda de alguien de quien no la esperaba. Roxte, había aparecido en los alrededores del castillo días antes de la noche buena, como siempre Elise lo invito a quedarse, pero esta vez no se quedo los dos días que estaba acostumbrado, prolongo su estancia, ya que según él me apoyaría el día de mi boda… y que algún día se lo retribuiría.

Intente anudar la corbata, pero las manos me temblaban, Roxte se rio de mi debilidad, y se acerco a mí, anudo a corbata aunque de un momento a otro la apretó de mas, ahorcándome con ella. Se rio divertido al ver mi expresión.

-       Vamos que todo saldrá bien- me dijo dándome palmadas en la espalda

Baje al salón principal, la ceremonia seria en el castillo, seria sencilla, ya que no había muchos invitados, Arthur no tenia mas familia que Elise, además, no arriesgaría la salud de Elise en trasladarla a una capilla, pero a ella no le importo, mientras se casara conmigo, no le importaba si era en la cubierta de un barco.

Aun así fue una ceremonia tradicional, al decir acepto, al firmar los documentos, deje atrás mi vida libertina junto a mi apellido, mi vida y mi todo era ella, y por ella me esforzaría por ser mejor y más responsable, bese a Elise para finalizar la ceremonia y con ello abrir un nuevo capítulo en mi vida, cuando separe mis labios de ella, note que llovían pétalos de rosas blancas y rojas en el interior del salón, mire a Roxte el cual me guiaba un ojo de complicidad,  incline la cabeza agradeciéndole, mire a Elise la cual estaba fascinada ante la inminente lluvia de flores.
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Después de la ceremonia, nos dirigimos al gran comedor, a disfrutar de la cena de navidad, Elise lucia muy animada, su piel había recuperado algo de color, me sentí mas aliviado, las ultimas semanas había estado muy pálida y enferma, incluso había llegado a tener fiebre. Pero ahora lucia fuerte, fuerte y animada.

Terminada la cena, Yue  comenzó a tocar un suave vals en el violín, Elise se levanto de la mesa y tomo mi mano, llevándome a la pista de baile.

-       Elise... espera... no... no sé hacer esto- le dije completamente rojo
-       Solo déjate llevar, te ayudare- me respondió comenzando a bailar.

Seguí los pasos de Elise, dando vueltas en el salón con ella. Para ser mi primera vez bailando, no lo hacía mal, o al menos eso creía.

La celebración continúo hasta después de media noche, bese la frente de Elise, deseándole feliz navidad sacando de mi bolsillo un pequeño regalo, una cajita de terciopelo con una esclava de oro blanco  con su nombre grabado.

Sonreí al ver su expresión, me beso la mejilla, y me mostros una caja forrada con piel negra. Al abrirla dejo ver un collar de cuero, con una placa con una S grabada.

-       No sé si sea lo más adecuado, pero... te he visto usar un colllar asi; que esta muy desgastado- me dijo agachando la mirada- espero que te agrade
-       Me encanta- dije abrazándola, besando sus labios
-       Hey al menos esperen a estar en privado- nos dijo Roxte en tono de burla

Aprisione su cuello en mi brazo, haciéndole “cerillito” para fastidiarlo, después lo solté, y me acerque a Arthur, haciendo una reverencia ante él.  Extendí mis manos hacia el apareciendo en ellas una katana de funda negra, de hoja extremadamente afilada, la cual tenía grabados 6 kanjis espíritu: Muerte: Dios: Azul: Agua: Luna: .

-       Arthur sama, acepte este regalo como muestra de mi agradecimiento por todo lo que usted ha hecho por mí- le dije agachado la cabeza- es bien sabido que los shinigamis poseen un arma conocida como “la guadaña de la muerte”, esta... es mi arma mas preciada, cuyo nombre es kuro.
-       Saine, no debes agradecer nada, en primer lugar fui yo quien te pidió venir
-       Arthur sama, no tiene idea de lo mucho que he cambiado durante mi estancia aquí, le suplico que por favor la acepte

Arthur tomo la katana en sus manos, y la desenfundo frente a todos, la blandió un par de veces y volvió a enfundarla, su mirada expresaba sorpresa y satisfacción.

-       He de admitir que es el arma de mejor calidad que he visto en mi vida- dijo mirándome- estás seguro de querer dejar un arma de este calibre a este anciano?
-       Completamente- respondí

Me puse de pie nuevamente, Elise se acerco a mí abrazándome por la cintura. La note un poco pálida, no quería forzarla a quedarse más tiempo fuera de su tibia habitación, el salón empezaba a tornarse más frio aun de lo que ya era, eso podía ser perjudicial para ella.

Tome su manos, susurrándole al oído que debía descansar, asintió con la cabeza, y de despidió de los presentes, Salí con ella, aun de la mano.

Al llegar a la habitación la sentí cálida, el fuego de la chimenea llevaba un rato ardiendo, supuse que había sido Yue quien lo había encendido cuando estábamos en el salón.

-       Saine- me llamo Elise apretando mi mano, la mire fijamente, note sus mejillas sonrojadas

Sonreí ante su acción, y la conduje a la cama, sentándome en el borde abrazándola tiernamente, la sentí un poco tensa, y sus mejillas seguían enrojecidas.

-       Sucede algo?- le pregunte checando su temperatura
-       Saine yo….- balbuceo sonrojándose- yo.. quiero un bebé tuyo

Abrí los ojos al escuchar esto, mis mejillas se sonrojaron de inmediato, traque algo de saliva, antes de decir algo. La estreche contra mí, y bese sus labios. Asintiendo con la cabeza.

-       Lo hare.. pero.. será cuando estés mejor de salud, no quiero ponerte en riesgo- le dije besando su frente
-       Saine.. sé que no tengo un cuerpo muy fuerte pero, a pesar de mi condición te entregare  ti todo mi ser, gracias a ti esta ha sido la mejor navidad de mi vida

Silencie a Elise con un dulce beso, acaricie su mejilla, y la recosté en la cama, introduje mi lengua en su boca, disfrutando de su dulce sabor, afloje la corbata, y posteriormente desabroche las cintas de su vestido.

-       Te amo Elise di Rousseau –susurre terminando de desvestirla

Acaricie su espalda desnuda, aspirando el aroma de su cabello mientras besaba su cuello, trate de no ser muy rudo con ella, bese sus labios con pasión, sintiendo las caricias de ella en mi torso y espalda desnudos.

La noche trascurrió lenta, disfrute cada momento que pasaba con ella, mi esposa, mi Elise.

Los días pasaron, dando paso a la primavera, a los días cálidos en que podía disfrutar con Elise pasear en los campos de flores que rodeaban el castillo.

Pero algo no andaba bien, Elise se veía aun muy pálida, más débil que de costumbre, había días en los que incluso no podía levantarse de la cama, rechazaba los alimentos, o terminaba por vomitarlos. Sentí temor, el temor de perderla era muy grande, no sabía qué era lo que tenía, me sentía inútil ante ello.

Yue trataba de preparar comidas ligeras para ella, además de tratar de mantenerla hidratada, Elise jamás se había puesto así, y la medicina resultaría inútil. Me sentí desesperado, Elise sin embargo permanecía tranquila con una sonrisa en su rostro. Sus ojos reflejaban una ternura que jamás había visto en ella.

Me aproxime a ella, mirándola con preocupación mientras acariciaba su mejilla, puse mi frente contra la suya, tenía miedo.

Elise me miro con ternura, tranquilizándome con la mirada, estaba por preguntarle que sucedía, como se sentía, pero ella puso su dedo en mis labios, silenciándome, tomo mi mano y la acerco a su vientre, la mire con sorpresa, ella solo asintió con lagrimas de felicidad en sus ojos. La abrace con algo de fuerza, de mis ojos también brotaron lagrimas de felicidad. Seria padre, Elise estaba esperando un bebe.

Conforme pasaron las semanas, la salud de Elise mejoro un poco, aun estaba débil, pero, aquel hermoso y tierno gesto la hacían lucir hermosa, y qué decir de su abultado vientre, el bebe crecía rápido, podía pasar horas recargado en el vientre de Elise con tal de sentir sus movimientos en su interior.

A finales del verano su salud decayó de nuevo, además de su debilidad, los dolores de parto aparecieron, dos meses antes de lo que se esperaba. Me puse como loco, mi cabeza no podía pensar claramente, tenía miedo, este era un momento muy delicado, para Elise, para el bebe.

Yue preparo todo para atender a Elise, me sorprendí ante esto, pero.. Recordé que la ciudad estaba a 5 horas de camino en carruaje, y el pueblo más cercano a 3 horas, Elise no tenía tanto tiempo, así que debíamos hacernos cargo.

-       Dime qué debo hacer- le dije a Yue
-       Mantenla consiente.. no permitas que se duerma por ningún motivo

Asentí, y permanecí  al lado de Elise en todo momento sujete su mano, hablaba con ella para evitar que cerrara los ojos, limpie el sudor de su frente, y le colocaba pañuelos húmedos para evitar que su temperatura aumentara

Sentía una enorme presión en mi pecho, bese la frente de Elise, suplicándole que resistiera un poco mas… un pequeño llanto me saco de mi trance, voltee a ver a Yue y vi que sostenía a un pequeño bebe envuelto en una toalla

-       Es una niña lord Saine - me dijo sonriendo- parece que a partir de este momento es padre

Me quede sin palabras, Yue se acerco a Elise, y puso a la niña en sus brazos, permaneciendo de pie detrás mío, mire a la pequeña que manoteaba y lloraba aun, Elise susurro palabras dulces para calmarla. La pequeña dejo de llorar, abriendo sus ojos, eran de un color verde similares  a los míos cuando liberaba mi poder shinigami.

Llamaron a la puerta, y Yue fue a abrir, bese la frente de Elise, y acaricie la cabeza de la niña. Con una cálida sonrisa en mis labios.

-       Saine deberías de cargarla- me dijo Elise entusiasmada
-       Que.. pero Elise no se…
-       Vamos no seas tímido- insistió, asentí con la cabeza, y me ayudo a tomarla en mis brazos. En el momento que Arthur y Roxte entraban a la habitación.

Arthur saludo primero a Elise, y le pregunto cómo se sentía, sintiendo un gran alivio al verla bien. En cambio Roxte, se acerco a mí, viendo curioso a la niña.

-       Aunque tenga tu color de cabello, se parece más a la pequeña “Tabla”- dijo sonriendo- de verdad tiene suerte de no parecerse a ti amargado
-       Pues yo espero que si llegas a tener una hija, no se parezca a ti en nada- le dije en tono burlón
-       Ya, ya déjense de peleas frente a mi nieta- nos dijo Arthur acercándose para verla- y han pensado en cómo se llamara
-       Si- respondió Elise- Yue, podrías darme el estuche de terciopelo que está en mi cajón
-       Como diga my lady- respondió este entregándole una caja de terciopelo blanco, del cual saco un medallón con el escudo de la familia, en la parte de atrás tenia grabado un nombre
-       Su nombre será Monserrat di Rousseau- dijo Elise colocándole el medallón a la bebe
-       Es un nombre extraño- dijo Roxte.

Le di un zape para callarlo, aunque no podía borrar la sonrisa de mi rostro, Monserrat... mi hija y de la mujer que amaba.  Quería que esta felicidad durara para siempre, mas estaba completamente equivocado.

Estuve con Elise un par de horas, la pequeña había comido y ahora yo me paseaba por la habitación tratando de arrullarla.

-       Quién diría que algún día se te vería así Saine Oujisama!- dijo un a voz de pronto

Mis ojos se tornaron verdes de inmediato, abrace con fuerza a la bebe, revisando los rincones de la habitación, esa voz, pertenecía a alguien a quien no quería volver a ver, y la principal razón de mi huida del mundo shinigami.

Frente a mi apareció una mujer de largo y ondulante cabello color oxido, si bien era verdad que tenía un hermoso cuerpo, también lo era que era mujer despreciable.

-       Ouji huiste del mundo para quedar con una pobre niña sin ningún atributo para deleitarte
-       Saine.. quien es ella? – me pregunto Elise
-       Su nombre es Takurazuka- dije mirándola con desprecio- la razón principal de que saliera de mi mundo
-       Mi hermoso príncipe regresa conmigo
-       JAMAS!!!- exclame- JAMAS VOLVERE MIENTRAS TU ESTES VIVA!!

El rostro de Taku se ensombreció al escuchar mi negativa, en su mano apareció su mandoble, me puse en guardia, y esquive su primer ataque, usando mi agilidad para quedar a sus espaldas.

-       SAINE CUIDADO!!!!- exclamo Elise de repente, cuando gire la mirada la vi a ella de pie… interponiéndose entre Taku y yo… la mandoble… la mandoble atravesaba su abdomen completamente
-       Elise!!!- exclame sosteniéndola- Elise por qué hiciste eso... resiste... estaras bien... resiste un poco por favor- le suplique- YUE!!- lo llame con lagrimas en los ojos
-       Saine… por favor... cuida de nuestra hija… no... permitas que esa mujer la lastime… promételo
-       No dejare que nadie la lastime , pero por favor no hables mas… resiste Elise

Sus ojos se cerraron en cuestión de segundos, la llame, la llame con lagrimas brotando de mis ojos, mas no obtuve respuesta alguna, su pecho dejo de moverse, había dejado de respirar, su corazón no latía mas.

-       Elise.. Elise… ELISE!!!!!!- exclame estrechándola contra mi
-       Joven ama!- exclamo Yue apareciendo a mi lado- Saine que sucedió?
-       Vaya.. Saine no sabía que los shinigamis y los demonios podían convivir bajo un mismo techo- se rio Taku- si no quieres que mate también a tu amiguito ven a mi lado mi amado príncipe
-       Jamás- le dije con lagrimas en los ojos- jamás volveré… y jamás te perdonare
-       Eres un bello tonto!!- se rio Taku atacando de nuevo

Yue le hizo frente, sus ojos emitían un resplandor carmín, en ese momento llegaron Arthur y Roxte, yo no podía levantarme del piso, estaba aun al lado del cuerpo  de Elise, quería morir, morir y volver a su lado, no me percate de cuando Arthur se inclino a nuestro lado, y tomo a la niña en sus brazos.

Mis lagrimas cayeron sin cesar, me incline sobre el cuerpo de Elise, y llore, llore hasta quedarme sin lagrimas en mis ojos, pero el dolor no disminuyo en absoluto, el dolor seguía en mi como una daga envenenada clavada en mi pecho.

-       Mátenme- susurre mirando el cuerpo de mi amada

Takurazuka lanzo a Yue hacia una pared, y se acerco lentamente hacia mí, me tendió su mano, mas no la mire.

-       Es tu última oportunidad.. regresa y vuelve a ser solo mío como siempre debió ser, y perdonare la vida de estos sujetos y la de la bebe
-       Jamás volveré a tu lado- respondí poniéndome de pie.. extendiendo los brazos

Los ojos de Taku emitieron un brillo verde, y lanzo una rápida estocada, mas no contra mí, sino contra Arthur y Monserrat.

-       No seas idiota!!- exclamo Roxte de pronto, cuando voltee a mirarlo, vi que había detenido el ataque de Taku, con mandoble parecido al de ella- Saine esta bebe es todo lo que queda de Elise, acaba de nacer hace unas horas acaso dejaras que la maten?…. Qué clase de padre eres?!!

Salí un poco de mi trance, aparecí en mi mano una katana blanca, y la desenfunde haciendo frente a Taku.

-       Maldito no shin gan!- se quejo está atravesando a Roxte con sus garras mientras recitaba algo en una lengua antigua

Sentí el dolor que Roxte sentía, sentí como si Taku me hubiera atravesado a mí, y como mis poderes se iban por un momento, cuando mire, Roxte había desaparecido, en su lugar había un talismán metálico en el piso.

Yue estaba dispuesto a atacar de nuevo, interponiéndose entre Arthur y Taku, la cual lanzo una rápida tajada, me interpuse, mis ojos emitían el espectral brillo verde que los caracterizaba.

-       Yue, llévate a Arthur y a mi hija lejos de aquí- le dije sin mirarlo
-       Saine que piensas hacer?- me reclamo Arthur
-       Arthur.. gracias por lo que hiciste por mi… por favor cuida bien de mi hija- dije sonriendo amargamente con lagrimas en mis ojos- que esperas Yue .. llévatelos!- le reclame
-       Como desee lord Saine - dijo inclinando la cabeza y llevando su mano a su pecho

Yue tomo en sus brazos el cuerpo de Elise y desapareció con Arthur y la niña , mire a Taku de manera desafiante estaba furiosa, libero una onda de poder, la cual  destrozo los muros del castillo, el cual comenzó a derrumbarse. Use mi poder para trasportarnos fuera de este, a un valle a varios kilómetros de ahí. Mire en dirección al castillo, la mitad se había venido abajo.

Mire a Taku con seriedad, y me lancé al ataque, ella me superaba en velocidad y fuerza, descargo su ira en mi, causándome varios cortes en el cuerpo con la mandoble. Intente atacarla, herirla de gravedad, clave mi katana en su hombro…. Pero.. Una punzada de dolor invadió mi pecho, escupí sangre, cuando mire vi su  arma clavada en mi.

-       Pobre y hermoso tonto- se rio Taku- si no te hubieras negado a mí, mi bello trofeo, esto no hubiera pasado- dijo clavando más profundo su mandoble en mi.- tú querida familia lo pagara Saine, lo juro sobre tu maldito cadáver
-       No me arrepiento- le dije sonriendo, causando más ira en ella. Recuerda que soy un príncipe shinigami… tal vez mi cuerpo muera, pero volveré a renacer, y regresare para proteger a mi familia de ti… jamás encontraras a mi hija, o a sus descendientes… si lo llegaras a hacer… yo estaré ahí para hacerte frente- le dije riendo.

Ella saco su mandoble de mi pecho, caí débil, la vida se me iba tan rápido como la sangre brotaba, cerré mis ojos dejándome seducir por la muerte.
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Desperté en este mundo  100 años después, compartiendo el cuerpo con el alma de una pequeña y poderosa shinigami, hija menor de Hannibal di Rousseau, el único hijo de Monserrat di Rousseau.

Era una familia grande, constituida por ambos padres, Hannibal y Diana di Rousseau, los hijos mayores Alexander y Monserrat di Rousseau, esta ultima tenía el nombre de su abuela, dos hermosas y pequeñas gemelas, Aneli y Valeri di Rousseau , y la pequeña shinigami, Jill, Jill di Rousseau.. cuya apariencia era idéntica a la de Elise, mismo cabello azulino, aunque de ojos verdes como los shinigamis, y un carácter terco y agresivo algunas veces.

Pude separarme del cuerpo de Jill, y conseguir uno propio, aunque para ello debía beber sangre de vez en cuando. Yue aun seguía al servicio de esta familia, protegiéndolos con su poder, como desde aquel día lo había hecho.

-       Elise – murmure en el jardín mirando a Jill y a Monse pelear como siempre- también tú has regresado a este mundo en dos hermosas damas, Monserrat que tiene tu cálida y amable manera de ser… y Jill que tiene tu apariencia- agregue mirándolas con lagrimas en mis ojos
-       Abuelo Jill no deja de molestarme!- me llamo Monse
-       Es su culpa.. ella empezó!!- se defendió Jill
-       Bien las dos, no es momento de pelear- les dije interponiéndome- por qué no mejor vamos por algo de almorzar, Yue ya debió de preparar el almuerzo- les dije empujándolas al interior de la enorme mansión en mitad del bosque, cerca de la ciudad de Londres.


Una mansión que se volvió mi nuevo hogar, en el cual sin saber, volvería a encontrar la felicidad al lado de un ser que decían era el mayor enemigo de un shinigami, sin embargo para mi, aquella demonio  de cabello corto y obscuro representaba mi segunda oportunidad de volver  a ser feliz, su nombre.. Charle.